viernes, 16 de septiembre de 2011

PRIMER GRITO DE INSURRECCIÓN: VOTA EN BLANCO





Tienes tanta hambre y has ido tan poco a la escuela, Cartagena, que no podría culparte por confiar aún, a estas alturas de tu historia, en las promesas de un candidato a la alcaldía. No podría culparte, pensé en un primer momento, pero creo que ya es tiempo de que reconozcas que en esta vida te han usado y abusado tanto, que es el colmo todavía insistir en renunciar a tu dignidad a cambio de una limosna y un discurso hecho de pura saliva. Eres un hermoso desastre, Cartagena, la bella imagen de una ciudad que se cae a pedazos. No quiero invitarte hoy a que retires tu confianza en un candidato para depositarla en otro. Tú misma sabes que nunca han hecho nada por ti, pero te empeñas en seguirles el juego. Será porque tienes mala memoria, Cartagena, o estás tan acostumbrada a bailar con tus pies pelados sobre el carbón caliente de la adversidad que ya no te condueles ni de ti misma. Sabes perfectamente que te mienten, conoces cada una de sus estrategias de seducción, sabes que si no han hecho nada hasta ahora para sacarte del barro, no tendrían porqué hacerlo ahora. Y eso es aún peor, que de manera consciente decidas ponerte en bandeja de plata, facilitarles la tarea de repartirse tus mejores porciones, mientras para ti misma guardas aquello que no alcanza siquiera a ser migaja.

Tu problema es que te rendiste, que preferiste abandonar cualquier iniciativa de gesta gloriosa de libertad, que aceptaste que era imposible imaginarte diferente. Te cansaste, Cartagena, y tienes motivos de sobra. Has sido violada y saqueada tantas veces y durante tanto tiempo que lograron encadenar y ponerle bozal a tu fiereza. Entonces creíste más sencillo llevar la fiesta en paz y dedicarte mejor y más tranquilamente a la tarea de apenas sobrevivir. Que surja entonces una idea de revolución en esa cabecita tuya no solo no es una opción, es también un chiste y te causa risa. Te ríes, Cartagena, e incluso pagas por entrar al circo en el que tú misma eres la atracción principal, dejaste que te convirtieran en su payasa, en su animalito adiestrado para brincar atravesando aros de fuego. Y te quemas, Cartagena, pero no te importa, tienes la piel tan curtida por los latigazos del sol y de quienes te someten que en tu mente no hay cabida para una actitud distinta al silencio y la resignación. Y qué podrías decir, te preguntas, qué podrías hacer, si perdiste la esperanza de virar tu camino hacia una ruta distinta al naufragio.

Sin embargo, no hay cuerpo que resista un mal de siglos y tu enfermedad ya lleva varios. No vendría siendo hora ya, Cartagena, de fastidiarte de ver la misma cara en el espejo y asumir una actitud responsable con tu propia integridad, que te conduzca a la necesidad de reinventarte, de sublevarte y hastiarte de tanto rejo. Volver a ser leona capaz de librarte de las cadenas de tus usuales maneras políticas y recordar el gran poder que cobrarías al tomar conciencia de tu enorme voluntad. Por eso, hoy, Cartagena, me interesa muy poco invitarte a retirarle tu apoyo a un candidato para dárselo a otro, porque, en últimas me dan lo mismo, me parecen todos simplemente una cara de la misma moneda podrida.

Quiero invitarte a la única opción que podría salvarte. Grita, Cartagena, Grita, déjales saber que te cansaste, que te hartaste al fin de ponérselas fácil, demuéstrales que no podrán otra vez venir con sus estrategias baratas de seducción a endulzarte el oído. Grita y con ese pequeño acto de insurrección sonora demuéstrales que finalmente encontraste la verdad de tu liberación en la revolución, que ya no eres la niña de la faldita que va a dejarse morbosear a cambio de un par de monedas, que te dedicarás ahora, con madurez y responsabilidad a demostrarles que no podrán esperar de ti más letargo, que serás intolerante a cualquier treta sucia que pretendan proponerte. Hazles saber que no estás dispuesta a transarte una vez más y que optarás por la insurrección como única alternativa. Sí, Cartagena, insurrección de una vez por todas, insurrección y grito que te lleve a la resurrección, para que no seas más una ciudad muerta de mente y seas por fin un lugar donde sea posible imaginar un cambio revolucionario. Móntate, Cartagena, en un vehículo capaz de llevarte a una orilla en la que no puedan replicarse una vez más tus viejas estructuras de poder, miseria, desigualdad e injusticia. Insurrección, Cartagena, como sinónimo de imaginación y lucha hasta alcanzar un punto en el que todos, de verdad, salgamos en manifestación a la calle. A la calle, sí, pero no a perder el tiempo en marchas cabizbajas y complacientes, me refiero a una revolución colectiva capaz de constituirse como efecto de cambio interior y exterior, insurrección como el último acto de protesta legítima, política y popular, la única manera consciente de derribar los viejos esquemas y sacar de circulación todo lo corrupto y corruptor de tu sistema. En Londres, en Egipto, en Chile, ya lo hicieron, por qué no podrías tú hacer lo mismo, acaso qué te detiene. Cuando ya no se puede estar peor, toda lucha será ganancia, toda insurrección será una victoria sobre la barbarie consuetudinaria de hambre e ignorancia. Te invito entonces, Cartagena, a tomar posesión de lo que es tuyo, despertar el cuerpo colectivo de tus habitantes que durante tanto tiempo han estado paralizados por la indiferencia. Despertarte, Cartagena y gritar, encontrarte nuevamente con vida en un proceso que conlleve a que la mente de todos empiece a organizarse en pro de un fin común. Rescatarte, Cartagena, incluso de ti misma. Yo, para empezar, propongo que este próximo 30 de octubre todo el censo electoral cartagenero vote en blanco. Voto en blanco por encima de cualquier candidato. Voto en blanco en lugar de abstención. Voto en blanco como primer grito de insurrección de una Cartagena hastiada de quienes sólo pretenden sacarle provecho codicioso y egoísta. Voto en blanco victorioso en las urnas para demostrar que de algo tiene que servir la democracia. Porque no puedes seguir funcionando para unos pocos, porque sálvese quien pueda no puede ni debe seguir siendo nuestro lema. Qué mejor oportunidad que ésta para marcar el inicio de un nuevo siglo, transparente, próspero, incluyente, en el que por fin puedas, Cartagena, darte el lujo de bailar no para evadir la adversidad sino para celebrarte a ti misma, para darte el lujo de lucir tu mejor registro, una ciudad a la que podamos pertenecer y de la que podamos favorecernos todos. Óyeme bien, TODOS. Así que sólo me resta preguntarte, Cartagena, ¿te le mides? ¿Este 30 de octubre gritarás conmigo, VOTO EN BLANCO?

3 comentarios:

Dave dijo...

Interesante proyecto el que encuentro dentro de esta revista, me parece que nuestra ciudad tiene mucho para debatir y desempolvarlo de esta manera un poco satírica, un poco anarquista es un buen método, o, por decirlo así, una antitesis de la realidad en la que los medios de comunicación tan pobres en opinión, como sus lectores, nos obligan a sumergirnos.. Estoy intrigado con respecto a los autores de esta idea, aunque se que debo conocer a uno que otro, me encantaría descubrirlos totalmente.. Un abrazo y felicidades, los apoyo!..

apetito sustituto dijo...

Gracias Dave, la idea es que esta iniciativa agarre cuerpo y fuerza y pues en el mejor de los casos se concrete en las urnas. Así la divulgación que puedas hacer, bienvenida. Estuvimos ojeando tu blog, muchas cosas interesantes, esperamos en el futuro contar con un texto tuyo en la revista. Gracias.

Dave dijo...

Seria un placer, bueno no pierdan ese animo y sigan dando lo mejor de ustedes a este proyecto.. Estamos en contacto.. Abrazos