lunes, 14 de enero de 2013

Hablando con Camo*




Gracias a sus Camografías, imágenes que se pasean entre el arte y la moda, entre el mainstream y el underground, este fotógrafo cartagenero se ha convertido en el más buscado del país. Nosotros lo encontramos y esto fue lo que nos contó acerca de su estilo y su amor por su ciudad natal.


Cabeza de Gato: ¿Cómo te iniciaste en la fotografía?
Camo: Mi papá me regaló un proyector de filminas con las diapositivas de un viaje a roma. Pasaba horas en mi cuarto con las luces apagadas proyectándolas. Al terminar el colegio decidí que quería ser artista y empecé a estudiar cine. Por esa época mis fotos causaban impacto entre mis compañeros de clase. Hacía retratos de mis amigos, de la gente con la que salía. Entonces dejé el cine. Pensé que me iba a ir muy bien como director, pero las cosas se dieron por el lado de la fotografía.

CdG: ¿La fotografía es una vocación con la que se nace o que se descubre?
C: La fotografía es un oficio, como ser zapatero; también puede ser un arte o un hobby. En mi caso no es un hobby porque vivo de él. Desde el principio quise que fuera mi profesión, que me pagaran por ofrecer mi punto de vista.

CdG: ¿En qué momento pasaste de las fotografías a las Camografías?
C: Bautizar así mi trabajo fue un pretexto para diferenciarme de otros fotógrafos. En Colombia fui uno de los primeros en proponer ese tipo de fotografía fresca, sin tanto retoque, en la que se retrataba a la gente en sus actividades cotidianas; sabía que ese tipo de imágenes en algún momento serían el boom; entonces les puse mi firma para volverlas iconográficas.

CdG: Las máscaras de animales son elementos recurrentes en tu obra. ¿Qué significan?
C: Las máscaras son una forma autocensura. Casi todas las fotos en las que se usan máscaras soy yo. Cuando posteo una foto sé que va a verla mucha gente, no me gusta ser completamente explícito. Las personas te leen a través del rostro. Quiero que se pregunten qué hay detrás de lo que aparece a simple vista.

 CdG: ¿Cómo se relacionan la cotidianidad y la ficción en tus imágenes?
C: Como en todo arte, en la fotografía hay una orquestación. Un conjunto de elementos que cada fotógrafo utiliza a su manera. En mi caso la intención es sacar lo extraordinario de lo ordinario y lo ordinario de lo extraordinario; de eso se tratan mis fotos.

CdG: ¿En qué se diferencia retratar a tus amigos de retratar a desconocidos?
C: Fotografiar un modelo es como dirigir un actor. Sea amigo o desconocido, mi objetivo es sacarle lo que más me convenga visualmente hablando. La relación modelo-fotógrafo es simbiótica, se trata de obtener el mejor provecho.

CdG: ¿Crees que tu estilo te aparta de los demás fotógrafos colombianos o te ha puesto a liderar un movimiento?
C: Tal vez no sea el fotógrafo que más factura, pero me temo que mi trabajo es bastante reconocido. Me gustaría que en el medio fotográfico colombiano se forjara una corriente con fotógrafos compartiendo estilos y conocimientos entre colegas. Crear una tendencia; y, por supuesto, que yo fuera el líder de ese movimiento.

CdG: ¿Cómo se relaciona tu obra comercial con tu trabajo artístico?
C: Si una marca requiere mi trabajo es porque quiere una Camografía. Cuando hago algo comercial involucro mi parte artística y viceversa, lo que de alguna manera me ubica en un limbo raro; a veces no sé si soy un artista en el mundo mainstream o un fotógrafo mainstream en el mundo underground. Un limbo difícil. Tener un objetivo visual claro me permite sacar el mejor provecho de cada faceta.

CdG: Cuéntanos sobre La Dorada
C: Es un proyecto editorial para promocionar artistas. La idea es involucrar arte, diseño y moda. Por ahora está en Tumblr, pero estamos trabajando en una versión impresa. Las revistas nunca se van a acabar. No hay una sensación tan linda como agarrar una revista, ver y tocar las fotos. Puede haberse acabado Blockbuster, puede haberse acabado Virgin Records, pero nunca se va a acabar Vogue.

CdG: ¿Cuáles son las referencias que alimentan tu propuesta?
C: El cine y la moda son mi mayor alimento. Las Road Movies siempre me han influenciado. Admiro el trabajo de Wim Wenders y Joseph Beuys. Escucho banditas alternativas en itunes, me encanta que al principio nadie sabe de ellas y al año se hacen famosas. Escucho Radiohead, Beck, Smashing Pumpkins, también he sido muy punkero y new wave. Manejaba un estilo indie antes de que estuviera de moda.

CdG: ¿Qué tal ha sido la experiencia de dictar talleres como Residencia en la Tierra o en academias como Zona Cinco?
C: Lo bonito de ser profesor es que te obliga a actualizarte. Tener el poder de trasmitir a la gente que viene detrás de ti cosas nuevas o que no les van a llegar tan fácil; compartir información, recomendar artistas, corrientes, inspiraciones. Sin embargo, conocer un oficio no significa saber enseñarlo. Me gustan más las charlas, hablar acerca de mi trabajo o un tema específico, que haya debates, preguntas, un dialogo que vaya más allá de echar lora y pasar unas diapositivas.

CdG: ¿Por qué te fuiste de Cartagena?
C: Me fui de Cartagena hace 12 años. En esa época leía la novela de Efraím Medina, Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, que la bautizaba como “Ciudad Inmóvil”. Entonces pensé en irme, empaparme de mundo, vivir en Bogotá, visitar la Caracas, ir a Rock al Parque, cosas a las que no podía acceder en Cartagena. Sabía que mi vida no iba a estar en Cartagena; la amo, pero le faltan muchas cosas.

CdG: ¿Cómo te sientes al regresar a Cartagena?
C: Casi como un turista. Cartagena me queda grande a veces, cuando voy me toca preguntarlo todo, cuánto valen o dónde quedan ciertas cosas. Me gustaría tener la oportunidad de hacer un proyecto que me lleve a vivir un rato allá. A veces me hace falta mi playa, mi calle, mi jugo de níspero en la Plaza de la Trinidad.

CdG: ¿Se cuela Cartagena en tu trabajo?
C: Obviamente las Camografías no son las más coloridas, ni brillantes, ni la gente es morena. Sin embargo, en la espontaneidad, en la sabrosura con la que abordo las sesiones, la gente se siente chévere, sin tensiones, es allí donde entra Cartagena. Vivo orgulloso de ser cartagenero, lo digo y la gente se muere de envidia. Me miran como pensando, qué afortunado eres. Aunque a veces no me creen. Mi pinta no es la del típico cartagenero. Cuando vivía en Cartagena tampoco. Vestía de short, camisilla, chalequito, sombrero, jean tubo. Ir contra la corriente en Cartagena es difícil. Me fascinaba que la gente me viera en la calle y se preguntara, este man qué.

*Entrevista concedida por Camo a la revista Cabeza de Gato edición Nº 5

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