Gracias a sus Camografías,
imágenes que se pasean entre el arte y la moda, entre el mainstream y el
underground, este fotógrafo cartagenero se ha convertido en el más buscado del
país. Nosotros lo encontramos y esto fue lo que nos contó acerca de su estilo y
su amor por su ciudad natal.
Cabeza
de Gato: ¿Cómo te iniciaste en la fotografía?
Camo:
Mi papá me regaló un proyector de filminas con las diapositivas de un viaje a
roma. Pasaba horas en mi cuarto con las luces apagadas proyectándolas. Al
terminar el colegio decidí que quería ser artista y empecé a estudiar cine. Por
esa época mis fotos causaban impacto entre mis compañeros de clase. Hacía
retratos de mis amigos, de la gente con la que salía. Entonces dejé el cine.
Pensé que me iba a ir muy bien como director, pero las cosas se dieron por el
lado de la fotografía.
CdG:
¿La fotografía es una vocación con la que se nace o que se descubre?
C:
La fotografía es un oficio, como ser zapatero; también puede ser un arte o un
hobby. En mi caso no es un hobby porque vivo de él. Desde el principio quise
que fuera mi profesión, que me pagaran por ofrecer mi punto de vista.
CdG:
¿En qué momento pasaste de las fotografías a las Camografías?
C:
Bautizar así mi trabajo fue un pretexto para diferenciarme de otros fotógrafos.
En Colombia fui uno de los primeros en proponer ese tipo de fotografía fresca,
sin tanto retoque, en la que se retrataba a la gente en sus actividades
cotidianas; sabía que ese tipo de imágenes en algún momento serían el boom;
entonces les puse mi firma para volverlas iconográficas.
CdG:
Las máscaras de animales son elementos recurrentes en tu obra. ¿Qué significan?
C:
Las máscaras son una forma autocensura. Casi todas las fotos en las que se usan
máscaras soy yo. Cuando posteo una foto sé que va a verla mucha gente, no me
gusta ser completamente explícito. Las personas te leen a través del rostro.
Quiero que se pregunten qué hay detrás de lo que aparece a simple vista.
CdG:
¿Cómo se relacionan la cotidianidad y la ficción en tus imágenes?
C:
Como en todo arte, en la fotografía hay una orquestación. Un conjunto de
elementos que cada fotógrafo utiliza a su manera. En mi caso la intención es
sacar lo extraordinario de lo ordinario y lo ordinario de lo extraordinario; de
eso se tratan mis fotos.
CdG:
¿En qué se diferencia retratar a tus amigos de retratar a desconocidos?
C:
Fotografiar un modelo es como dirigir un actor. Sea amigo o desconocido, mi
objetivo es sacarle lo que más me convenga visualmente hablando. La relación
modelo-fotógrafo es simbiótica, se trata de obtener el mejor provecho.
CdG:
¿Crees que tu estilo te aparta de los demás fotógrafos colombianos o te ha
puesto a liderar un movimiento?
C:
Tal vez no sea el fotógrafo que más factura, pero me temo que mi trabajo es bastante
reconocido. Me gustaría que en el medio fotográfico colombiano se forjara una
corriente con fotógrafos compartiendo estilos y conocimientos entre colegas.
Crear una tendencia; y, por supuesto, que yo fuera el líder de ese movimiento.
CdG:
¿Cómo se relaciona tu obra comercial con tu trabajo artístico?
C:
Si una marca requiere mi trabajo es porque quiere una Camografía. Cuando hago
algo comercial involucro mi parte artística y viceversa, lo que de alguna
manera me ubica en un limbo raro; a veces no sé si soy un artista en el mundo
mainstream o un fotógrafo mainstream en el mundo underground. Un limbo difícil.
Tener un objetivo visual claro me permite sacar el mejor provecho de cada
faceta.
CdG:
Cuéntanos sobre La Dorada
C:
Es un proyecto editorial para promocionar artistas. La idea es involucrar arte,
diseño y moda. Por ahora está en Tumblr, pero estamos trabajando en una versión
impresa. Las revistas nunca se van a acabar. No hay una sensación tan linda
como agarrar una revista, ver y tocar las fotos. Puede haberse acabado
Blockbuster, puede haberse acabado Virgin Records, pero nunca se va a acabar
Vogue.
CdG:
¿Cuáles son las referencias que alimentan tu propuesta?
C:
El cine y la moda son mi mayor alimento. Las Road Movies siempre me han
influenciado. Admiro el trabajo de Wim Wenders y Joseph Beuys. Escucho banditas
alternativas en itunes, me encanta que al principio nadie sabe de ellas y al
año se hacen famosas. Escucho Radiohead, Beck, Smashing Pumpkins, también he sido
muy punkero y new wave. Manejaba un estilo indie antes de que estuviera de
moda.
CdG:
¿Qué tal ha sido la experiencia de dictar talleres como Residencia en la Tierra
o en academias como Zona Cinco?
C:
Lo bonito de ser profesor es que te obliga a actualizarte. Tener el poder de
trasmitir a la gente que viene detrás de ti cosas nuevas o que no les van a
llegar tan fácil; compartir información, recomendar artistas, corrientes,
inspiraciones. Sin embargo, conocer un oficio no significa saber enseñarlo. Me
gustan más las charlas, hablar acerca de mi trabajo o un tema específico, que
haya debates, preguntas, un dialogo que vaya más allá de echar lora y pasar
unas diapositivas.
CdG:
¿Por qué te fuiste de Cartagena?
C:
Me fui de Cartagena hace 12 años. En esa época leía la novela de Efraím Medina,
Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, que la bautizaba como “Ciudad
Inmóvil”. Entonces pensé en irme, empaparme de mundo, vivir en Bogotá, visitar
la Caracas, ir a Rock al Parque, cosas a las que no podía acceder en Cartagena.
Sabía que mi vida no iba a estar en Cartagena; la amo, pero le faltan muchas
cosas.
CdG:
¿Cómo te sientes al regresar a Cartagena?
C:
Casi como un turista. Cartagena me queda grande a veces, cuando voy me toca
preguntarlo todo, cuánto valen o dónde quedan ciertas cosas. Me gustaría tener
la oportunidad de hacer un proyecto que me lleve a vivir un rato allá. A veces
me hace falta mi playa, mi calle, mi jugo de níspero en la Plaza de la
Trinidad.
CdG:
¿Se cuela Cartagena en tu trabajo?
C:
Obviamente las Camografías no son las más coloridas, ni brillantes, ni la gente
es morena. Sin embargo, en la espontaneidad, en la sabrosura con la que abordo
las sesiones, la gente se siente chévere, sin tensiones, es allí donde entra
Cartagena. Vivo orgulloso de ser cartagenero, lo digo y la gente se muere de
envidia. Me miran como pensando, qué afortunado eres. Aunque a veces no me
creen. Mi pinta no es la del típico cartagenero. Cuando vivía en Cartagena
tampoco. Vestía de short, camisilla, chalequito, sombrero, jean tubo. Ir contra
la corriente en Cartagena es difícil. Me fascinaba que la
gente me viera en la calle y se preguntara, este man qué.
*Entrevista concedida por Camo a la revista Cabeza de Gato edición Nº 5
*Entrevista concedida por Camo a la revista Cabeza de Gato edición Nº 5
No hay comentarios:
Publicar un comentario