lunes, 23 de enero de 2012

El árbol de la vida

Por: Juan de Dios Sánchez Jurado

¿Recuerdas la primera vez que te enseñaron el nombre de un animal y lo aprendiste?, ¿la primera vez que mamá te sopló en una herida para mitigar el ardor?, ¿la primera vez que sentiste rabia por no recibir suficiente atención o afecto?, ¿la primera vez que cuestionaste la existencia de Dios?, ¿la primera vez que pensaste que Dios era malo por permitir que pasaran cosas malas? ¿Recuerdas la primera vez que contemplaste el cielo con asombro y pensaste, Dios debe existir?, ¿la primera vez que cuestionaste la autoridad de tus padres?, ¿la primera vez que pensaste que uno de tus padres estaba equivocado y tuviste miedo de decirlo o la primera vez que te atreviste a señalarlo?

¿Recuerdas la primera vez que contemplaste la posibilidad de la muerte de uno de tus seres queridos?, ¿la primera vez que deseaste la muerte de otra persona?, ¿la primera vez que infligiste dolor en otra persona?, ¿que torturaste un animal?, ¿que fuiste consciente de tu propio placer?, ¿que sentiste remordimiento, culpa, rabia, frustración? ¿Recuerdas la primera vez que perdonaste o pediste perdón?, ¿que pudiste ayudar a alguien y le diste la mano?, ¿que pudiste ayudar a alguien y pasaste de lado?, ¿que sufriste una pérdida irreparable?, ¿que viste un cadáver?, ¿que pensaste en tu propia muerte?, ¿que caminaste descalzo sobre la hierba mojada y pensaste que era una de las mejores sensaciones del mundo?

¿Recuerdas la primera vez que aceptaste estar equivocado?, ¿que deseaste nunca haber nacido?, ¿que deseaste la piel de otra persona?, ¿que confiaste o desconfiaste?, ¿que descubriste que algo en lo que creías no era cierto?, ¿que te decepcionaron?, ¿que pensaste en lo perfecta que es la naturaleza?, ¿que pensaste en lo imperfecto que eres?, ¿que descubriste que cuesta trabajo respetar a quien no te respeta?, ¿que te burlaste mentalmente de un discapacitado?, ¿que hiciste algo que te enseñaron que estaba mal y temiste confesarlo?, ¿que aceptaste tu responsabilidad?, ¿que creíste que era injusto que cosas buenas pasen a la gente mala?, ¿que te avergonzaste?, ¿que fuiste compasivo? ¿Recuerdas el primer secreto que guardaste?, ¿tu primera noción de intimidad?, la primera vez que te preguntaste si tus padres querían más a tu hermano que a ti?, ¿que preferiste hacer algo a tu manera y no según la que te enseñaron?, ¿que lloraste a solas?, ¿que dijiste una mentira o te mintieron?, ¿que pasaste la noche en vela?, ¿que te sentiste confundido?, ¿que no pudiste cambiar algo? ¿Recuerdas la primera vez que rezaste antes de dormir? ¿Recuerdas cómo te sentiste en cada uno de estos eventos?

Se me ocurre que las respuestas a estas preguntas son las hojas que florecen del árbol de la vida de cada persona; que la suma de todas ellas nos define; que las repercusiones de cada uno de esos hechos intervinieron en la construcción del ser humano que somos. En estas y otras raíces me puse a pensar por culpa de una película, El árbol de la vida, dirigida por Terrence Malick y protagonizada por Brad Pitt, Sean Penn y Jessica Chastain, actualmente en cines en Colombia, (obvio, no en toda Colombia) y que el año pasado obtuviera la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Una cinta con una estructura narrativa que seguramente no será la favorita de la mayoría (en el teatro, la mujer de la silla de al lado se quedó dormida) sustentada casi por completo en la poética de imagen y sonido, lo que a mi juicio representa la esencia del cine; una serie de visiones provechosas y sugestivas que danzan al compás de una musicalización impecable. Y esta película sí que es una danza. El vaivén de la cámara y de los protagonistas (los de carne y hueso y los paisajes) se las arreglan durante 139 minutos para hacer una pareja perfecta y contarnos la historia de una familia norteamericana de los 50´, la manera cómo lidian con la muerte de uno de los hijos, los conflictos del hermano mayor con un padre a la vez severo y amoroso y por ahí derecho resumirnos con secuencias de una belleza sobrecogedora la historia del universo.

Y lo mejor, que una película sea capaz de dibujar una línea tan delgada entre la realidad que propone y la realidad del espectador, tocando tantas fibras, removiendo tantos recuerdos. Y es que por cuenta de este largometraje, sale uno con ideas sobre la existencia que no son nuevas, pero en las que no repara a menudo, como que la historia individual también hace parte y, aunque parezca mentira, de la historia universal, o que el origen de todo es el origen de todos y que si hoy estamos aquí es consecuencia de lo que estuvo antes, o que quienes somos ahora es el resultado de quienes fuimos, etc. Bravo.

Confieso que intenté verla a través de Megaupload, creyendo que no llegaría a Colombia, sin embargo, desistí al encontrar una versión sin subtítulos y con el audio demasiado bajo. Menos mal, porque si una película vale la pena ser vista en pantalla grande es ésta. Hoy Megaupload ya no existe, una lástima. Supongo que para ver de nuevo El árbol de la vida tendré que aprovechar el tiempo que dure en cartelera y pagar cada vez que quiera volver a verla o comprar el DVD; lo haré con gusto. También, seguir pensando en la respuesta a todas esas preguntas que me dejó sembradas, en todas las hojas de ese árbol, en todas sus raíces.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me la habian recomendado pero no la he podido ver, No esperaba que fuera asi como la describes, la buscare para verla.

apetito sustituto dijo...

Seguro, vale la pena.