Rebelde
y sometida palmera ofrecida al mar, calles estrechas y bailaderos sin nombre son
tus años. Hoy se te notan más que nunca tus ganas constantes de ser ciudad. ¿A
dónde vas con toda esa gente a la que poco le importas? Cartagena se vuelve
roja de labios y de sangre, sus besos que dan la muerte chiquita son también
las balas que patrocinan el cadáver nuestro de cada diario. ¿A dónde vas con
toda esa gente a la que poco le importas?
Y las tragedias son más o menos
dependiendo del calor. ¿Quién paga la fiesta cuando son los sueños adversos los
que se cumplen? Cómo quisiera regalarte hoy un sol menos artificial, nada
extranjero. Siquiera tus labios, Cartagena, siquiera tus labios.
Y con las
nubes tan cerca de las piedras no se sabe quién es quien, te comprendo; por eso
los pájaros parecen volar sólo para darse contra las murallas. Detrás de algún
muro debe haberse escondido la fe. Detrás de algún muro. Sí, pero, ¿de cuál?
Rebelde
y sometida palmera de mi alma, acontecimiento de caderas y falda de película
son tus 479 años. ¿A dónde vas con toda esa gente a la que nada le importas? Deja
que un poco la lluvia te vaya lavando las tragedias. Para eso traje esta
canción, para untártela cuando todo te duela. Y si ignoras quién es quien en el camino
pavimentado de nubes, siembra la planta de tus pies con tanta gravedad que
vuelen. Ya te pinto el corazón roto otorgándole nota apesarada a tu belleza.
Pero belleza y mucha al fin y al cabo ¡carajo! Acaso es lo que cuenta.
La
culpa la tiene no estar allí contigo, Cartagena, saber que cada abrazo que
recibas será un pormenor más de la ausencia. Era sólo para decirte que sin ti me
he puesto vagabundo y que en esta temperatura que me heredaste y que viaja
conmigo, perduras con un toque de sal y barrio alegre y viejo.
1 comentario:
Muy buen texto. Sí, Cartagena, ese amor extraño.
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