sábado, 31 de diciembre de 2011

Charlie Sheen en el paraíso

Por: Juan de Dios Sánchez Jurado

Especial para la Revista Sinvergüenza

El paraíso de un cristiano queda en el cielo, a la derecha de Dios padre en el constante y eterno éxtasis que produce ser un alma de luz. El paraíso de un musulmán queda en un jardín elevado lleno de palacios, lujos, manjares y muchas esposas. El paraíso para alguien como Donald Trump debe quedar en Wall Street. Cada cabeza es un mundo y cada uno tiene su propia concepción del paraíso. Dónde quedará el paraíso para alguien como Charlie Sheen, famoso no solo por su participación en películas de Hollywood y series de comedia como Two and a half men, sino también por su desaforada actitud hacia las mujeres y las drogas. Según el canal de chismes más visto en Estados Unidos, TMZ, el paraíso de Charlie Sheen queda en Colombia, país al que, de acuerdo al reporte que rindieron con ocasión de la visita del actor a Cartagena, la gente visita por su gran variedad de atractivos; cito: “La gente va a Colombia por muchas razones, como la arquitectura y la cocaína, la música y la cocaína, y la hermosa y arenosa…Cocaína”.

Entonces, como colombiano, uno escucha esto y de inmediato empieza a rasgarse las vestiduras. Que cómo es posible que se siga perpetuando esa imagen de Colombia en el exterior, que si acaso de nada ha servido la campaña de Colombia es Pasión, o si es que habrá que regalarles un ejemplar de Cien años de soledad, una taza de café o el último álbum de Shakira. Y yo digo, basta ya de tanto mamertismo. En este país hemos sobreestimado el poder de la negación. Colombia es tan café, flores, mujeres hermosas y folclore como uno de los mayores productores de estupefacientes en el mundo, así, tal cual, tan real como el trasero que por estos días exhibe Jesica Cediel en la portada de Tv y Novelas, con el titular “así le quedó”.

Estoy de acuerdo con que referirse a Colombia como el paraíso de la coca es un poco irreverente, pero también hay que analizar de dónde viene el comentario, en este caso, de TMZ, cuyo objetivo es tanto reportar las últimas peripecias de la farándula hollywoodense como parodiar el starsystem al que tanta pleitesía se le rinde en otros medios. Y sí, esta vez, por culpa del huésped que los medios locales catalogaron como de honor, llevamos del bulto. Sin embargo, es una buena excusa para volver a una inquietud, ¿cómo ven al país desde afuera? O, mejor, para preguntarnos, con la mano en el pecho, ¿cómo nos vemos a nosotros mismos? Respuestas difíciles y esa. Cómo definir una idea remota de identidad en una nación tan diversa como la nuestra. Tan regionalista. Tan invisibilizada en los medios de comunicación que sólo saben vendernos la noción de que todo el año nos la pasamos entre reinados y tragedias. Lo cual es cierto, pero no es la versión completa de los hechos. Y llevamos toda la vida así, creyendo en el retazo de historia que nos cuentan, confiando en las noticias de RCN, en los libros de sociales del colegio, en la espada de Bolívar, en el twitter de @uribevel, en el mundo según Pirry o en el Séptimo día de Manuel Teodoro. Las verdades a medias nos han satisfecho tanto que pretendemos que esa misma versión se maneje desde el extranjero. Por esa razón, la revista colombiana Kien y Ke, al postear el video de TMZ, lo califica como ofensivo. Y yo digo que de ofensivo nada, incompleto tal vez, porque Colombia puede ser sinónimo de drogas, pero también de muchas otras cosas positivas y destacables.

Ahora, donde estuvo Charlie fue en Cartagena. Los periódicos y los noticieros nacionales sacaron a relucir su complejo de paparazis y lo siguieron a todas partes. Imagínense, actor+extrajero+ famoso+Cartagena, una combinación de rating explosivo. Los reportes, en general, giraron alrededor de cuestiones livianas como la librería que visitó, el hotel en el que se hospedó o el restaurante donde comió. La visita de Charlie nos trastornó al punto de ser trend topic en Twitter Colombia, en cuyo timeline me llamó la atención cierto trino: “El famoso cocainómano y adicto a las prostitutas Charlie Sheen llega a Cartagena. (No coment)” @pirrytv. Inicialmente no supe cómo interpretar la frase; ¿acaso quería Pirry compensar la lambonería de la tv y los diarios hacia Charlie, poniendo de presente lo que para el cronista serían sus defectos?; o ¿trataba Pirry de definir a Cartagena como la versión del paraíso para un actor que en enero de este año fue ingresado a una clínica de rehabilitación, tras una fiesta en su casa con dos mujeres, que se prolongó durante 36 horas y amenizada con un maletín lleno de cocaína? Entonces vuelvo a la idea de las versiones incompletas. Si algo se consigue con facilidad en Cartagena son drogas y prostitutas. Eso no es un secreto para nadie, pero no es lo único que se consigue en Cartagena. Vale la pregunta, cómo es vista la ciudad según el ojo del resto de colombianos. ¿Como el patio de recreo, el lugar de farra y desmadre? Sí, lo es, cuántos de los grandes millonarios del país no tienen una casa en la ciudad a la que sólo viene a pasar las últimas semanas del año, a soltar la perra hasta caerse de espaldas. Pero no es la versión completa. Existen tantas Cartagenas, la hambrienta, la analfabeta, la desempleada, la discriminada, la atrancada y al mismo tiempo la amurallada, la fotogénica, la modernizada, la del Hay Festival, la que el mismo Charlie Sheen andaba mirando en busca de locaciones para una próxima película.

Creo que el futuro y la imagen del país y de una ciudad como Cartagena, dependen de la actitud que asumamos para reconocer nuestras virtudes y falencias, en algunos casos sobre todo las segundas, en orden de proponer una solución a los vicios de los que queramos rehabilitarnos. Sólo cambiando profundamente nuestra realidad podremos modificar la noción que se tenga en el extranjero de nosotros, lo cual difícilmente se logrará a punta de campañas basadas en la negación como Colombia es Pasión o Cartagena Heritage City. Lo que se barre bajo la alfombra no existe para quien no lo quiere ver, pero para quien lo padece es la cruda rutina de cada día. Entre más aprendamos a reconocer nuestras fallas, mayor capacidad tendremos para aumentar los índices de lo que mejor nos convenga a todos y quien quita, Colombia y Cartagena se parezcan cada vez más a la versión del paraíso que cada uno tiene en la cabeza.

No hay comentarios: